La realización de los derechos enunciados en la Declaración requiere de la acción de los poderes públicos y de una ciudadanía global, activa y responsable.
En este camino hacia el horizonte marcado en 1948, la “Educación en Derechos Humanos” (HRE, por sus siglas en inglés) es la gran lección aprendida que volvemos a olvidar. Desde el año 2005, año en el que se aprobó el “Programa Mundial para la Educación en Derechos Humanos” por la Asamblea General de las NNUU (Resolución 59/113 A, de 10 de diciembre de 2004) y se viene impulsando la puesta en marcha de los diferentes programas plurianuales de acción en la UNESCO.
La Educación en Derechos Humanos es, según la UNESCO, el conjunto de actividades de capacitación y difusión de información orientadas a crear una cultura universal en la esfera de los Derechos Humanos mediante la transmisión de conocimientos, la enseñanza de técnicas y la formación de actitudes. Por tanto, se construye sobre tres pilares:
Pilar 1 – Conocimientos (Saber): conocimientos sobre los conceptos, realidades históricas y realizaciones concretas en materia de respeto de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.
Pilar 2 –Habilidades (Saber hacer): desarrollar plenamente las capacidades de cada persona, hasta el máximo de su potencial y con respeto a la personalidad humana, así como facilitando la participación efectiva de todas las personas en su vida cotidiana y en la vida pública.
Pilar 3 – Actitudes (Ser): desarrollo de actitudes y acciones de comprensión, la tolerancia, la igualdad y la amistad entre todas las naciones, los pueblos indígenas y los grupos raciales, nacionales, sexuales, étnicos, religiosos y lingüísticos.
Este ámbito involucra un conjunto amplio de actividades, desde la educación formal hasta las diferentes manifestaciones no-formales de aprendizaje y en el que participan diferentes actores (Estados, profesorado, asociaciones y ONGs).
