LA CARTA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA UNIÓN EUROPEA

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Jorge Alguacil González-Aurioles

La Europa Unida y en paz que soñó Robert Schuman tras la II Guerra Mundial ha evolucionado mucho: desde la creación de las primeras comunidades europeas, de carácter esencialmente económico, hasta la articulación de una Unión Europea que tiene una de sus columnas principales en el reconocimiento y la garantía de los derechos fundamentales.


En el marco de la integración europea, los derechos fundamentales empezaron por ser reconocidos y garantizados a través de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia. El Tratado de Maastricht de 1992 supuso luego un hito fundamental, con el reconocimiento de la ciudadanía europea. En junio 1999, el Consejo Europeo celebrado en Colonia consideró que convenía sistematizar y dar visibilidad a esos derechos, y en octubre (reunión de Tampere) determinó la composición y el método de trabajo del foro encargado de elaborar el proyecto de una Carta de los Derechos Fundamentales. En diciembre se constituyó tal foro, atribuyéndose el significativo nombre de Convención, que evoca los primeros órganos constituyentes de fines del siglo XVIII y principios del XIX. Finalmente, la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea fue proclamada formalmente el 12 de diciembre de 2007 en Estrasburgo.

La Carta no solo reúne en un único documento los derechos que hasta entonces se dispersaban en declaraciones jurisprudenciales y en distintos instrumentos normativos de la Unión Europea, sino que amplía el catálogo acudiendo a otras fuentes diversas. Su ordenación resulta a la vez clásica y original: Dignidad, Libertad, Igualdad, Solidaridad, Ciudadanía y Justicia; y contiene no sólo los derechos fundamentales más tradicionales (derecho a la vida, a la libertad de expresión, derecho a una tutela judicial efectiva…), sino también otros vinculados a las nuevas circunstancias históricas (protección de datos personales, bioética, derecho a una buena administración, etc.). Forma parte del Derecho originario de la Unión Europea, con la misma fuerza normativa que sus Tratados fundacionales, y ha contribuido decisivamente a reconfigurar la Unión Europea desde los postulados de la democracia y el Estado de derecho.

Los derechos fundamentales, de este modo, han dotado de nuevo sentido al proyecto integrador de la Unión Europea. En este proceso, la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada casi medio siglo antes, opera como un referente inexcusable.

La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea