La participación política de la mujer desde el final la II República

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Jóvenes electoras. Revista Estampa (abril de 1933).

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Elecciones generales de 1977. Fuente: lacerca.com

María Jesús Funes

El final de la Segunda República implicó cambios profundos para las mujeres. La Guerra Civil se ensañó, en particular, con las mujeres cultas y progresistas (como muestra la persecución de maestras, sindicalistas, etc.), que representaban la antítesis del modelo de mujer de los vencedores. Con el nuevo régimen perdieron el derecho al voto, y muchos derechos más. Debían obediencia a los varones de la familia y fueron relegadas al rol de madres y esposas, depositarias de las esencias del Nacionalcatolicismo. A partir de 1945 se les permitió votar, pero sólo en referéndum.

En el inicio de la Transición conseguir el voto universal, recuperando este derecho para las mujeres, fue prioritario. Las explicaciones de esta prioridad fueron: la presión internacional, era imprescindible para ser un país homologable a los del entorno y alcanzar el sueño de ser Europa; la fuerza de los movimientos feministas que lucharon intensamente por la consecución de derechos; la protesta social que al reclamar democracia exigía la superación de lo que consideraban una lacra; la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo y la Educación Superior que las convertía en sector decisivo de forma inapelable; el proceso de secularización creciente, etc.

Las mujeres recuperaron su derecho normalizado al voto en 1977, ganando centralidad política tanto en términos cuantitativos por su presencia creciente en puestos de responsabilidad, como cualitativos por los cambios que introducen en la agenda y la cultura política. Con las primeras elecciones en 1977 accedieron al Congreso 21 mujeres (suponían el 5,7%) y 6 al Senado (4%). Tras las Elecciones Generales de 2019 son el 44% del Congreso y el 40% del Senado.

En cuanto al sentido del voto -motivo de agrio debate en la izquierda en la Segunda República al temer que el voto femenino fuera esencialmente conservador- desde 1977 hasta 2023 el voto conservador ha pasado de ser ligeramente más femenino a igualarse; el voto socialdemócrata era mayoritariamente masculino y las mujeres han pasado a ser mayoría; el voto de izquierdas ha sido y sigue siendo más masculino, distancia que no deja de disminuir; la gran diferencia está en la extrema derecha, donde los hombres son más del doble. 

Participación política de la mujer